Nos fuimos hasta un parking cercano al circuito, en medio del bosque, y tras caminar durante unos diez minutos llegamos a una de las curvas más famosas del cirucito: Adenauer Frost.
Al rato de estar allí comenzaron a pasar varios BMW M3 en los que pilotos de la marca dan una vuelta a los turistas. Tras varias vueltas de éstos, comenzaron las tandas para aficionados y lo cierto es que esta curva es de los mejores sitios para observar las cruzadas que algunos hacen con sus coches.
El tiempo en Alemania es así de agradable, y al rato estábamos metidos debajo de los paraguas. Muchos conductores se echaron para atrás y dejaron de correr, pero otros se lo tomaron como una oportunidad para divertirse haciendo deslizar el coche y de paso hacernos disfrutar a los que estábamos de público.
Volviendo a Aachen hicimos una parada en un pueblo para echar un vistazo a la zona, ubicada entre las montañas del parque Nacional Eifel y cuyos paisajes son muy bonitos.
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